miércoles, 14 de octubre de 2020

La Isla de Las Muñecas Malditas

Las muñecas diabólicas de Xochimilco

Cuenta la leyenda que, Don Julián, quien era vigilante de la Isla de las Muñecas descubrió el cuerpo de una niña a la orilla del lago, por lo que desesperado hizo todo lo posible para salvarle la vida, sin embargo, la pequeña murió por causas extrañas y desconocidas.

Tras lo sucedido el señor vigilante se sentía atormentado y aseguraba que el espíritu de la niña había poseído a una de las muñecas, así Don Julián, para protegerse comenzó a colgar muñecas de todo tipo y tamaño alrededor de la laguna situada en Xochimilco.

Don Julián cuidador de Xochimilco

Al paso del tiempo el hombre aseguraba que todas las muñecas estaban poseídas por espíritus infantiles, poco a poco el señor se fue convirtiendo en un ermitaño y comenzó a habitar en su isla, solo con las decenas de muñecas rotas y antiguas que recolectaba de la basura. Mucha gente aseguró que tal vez, él era el poseído debido a que cambió radicalmente su forma de ser tras lo sucedido.

Tiempo después Don Julián fue hallado sin vida justo en el mismo lugar donde él había encontrado a la niña que trató de salvar, algunos dicen que se sentía culpable por no haberla salvado y que por eso se había vuelto loco.

Después de la muerte de Don Julián, la isla se convirtió en uno de los atractivos principales de Xochimilco, la gente la visita para observar todas las muñecas que según la leyenda fueron colgadas por el señor vigilante. Hasta hoy la gente cuenta que las muñecas cobran vida por la noche, siendo esta la leyenda la que mantiene con vida turística a Xochimilco.

La isla de las muñecas diabólicas


jueves, 1 de octubre de 2020

La Esfinge de Egipto

la historia de la esfinge de egipto
La Esfinge de Egipto

La Esfinge es ese gran animalote con cuerpo de león y cabeza humana que se puede ver en la meseta de Guiza, junto al templo del valle del faraón Kefrén. Sin embargo, eso no significa que la mandara construir él. Los investigadores no se ponen de acuerdo al respecto y hay algunos que piensan que pudo mandarla construir el rey Keops, que fue quien se enterró en la Gran Pirámide.

En realidad quién fuera el constructor no importa demasiado (bueno sí importa, pero como por ahora no lo sabemos…), porque la Esfinge cumple perfectamente con su papel fuera el que fuera quien la construyera. ¿Y para qué servía? Pues muy sencillo, la Esfinge era nada más y nada menos que el perro guardián (sí ya sé que es un león) de la necrópolis. 

Aunque los accesos a las cámaras funerarias de las tumbas estaban protegidos por grandiosas losas de granito y toda la necrópolis rodeada por un alto muro de piedra que la separaba del resto del desierto, el faraón decidió que había que conseguir más seguridad todavía. Esa seguridad de poco le serviría unos centenares de años después, porque todas las pirámides de Guiza resultaron saqueadas.

El caso es que esa gigantesca estatua era tan bella e impresionante que poco a poco fue convirtiéndose en la mente de los egipcios en una representación de uno de sus dioses principales, Horus el del Horizonte. Dejó de ser un guardián para convertirse en un dios. Tan importante se hizo, que algunos faraones utilizaron el espacio existente entre sus patas delanteras para colocar una estela y un altar.

La estela nos cuenta una historia curiosa. Resulta que, cuando todavía era sólo uno más de los hijos del faraón, un príncipe estaba de caza en el desierto por los alrededores de la Esfinge, de la que sólo se veía la cabeza, pues el resto estaba enterrado bajo la arena. 

la histroia sin fin la esfinge
Esfinge de "La Historia Sin Fin."

Cómo era el único sitio donde había una sombra, cansado, el príncipe se tumbó a su lado para echarse una siesta. Mientras estaba dormido, el dios se introdujo en su sueño y le dijo: “Si me liberas de mi prisión te convertirás en el faraón de Egipto”. De modo que, nada más despertarse, el príncipe se apresuró a mandar que un grupo de trabajadores se aprestara a quitar toda la arena que cubría el inmenso cuerpo de la Esfinge, que al poco quedó expuesta por completo a la vista de todos. 

Una vez liberada lo cierto es que ésta cumplió su promesa, pues el príncipe de la historia se convirtió en el faraón Tutmosis IV y, nada más serlo, consagró una estela que cuenta toda la historia entre las patas del monumento.

Los siglos continuaron pasando y el monumento seguía llamando la atención de todos cuantos iban a ver las pirámides, aunque no siempre podían verla, puesto que como la Esfinge se encuentra en una especie de hondonada, la arena del desierto se acumula a su alrededor con mucha facilidad, dejando sólo la cabeza visible. 

Eso no impidió que sufriera daños, y primero los griegos y luego los romanos restauraron el monumento. No todos los gobernantes de Egipto fueron tan cuidadosos con él. Por ejemplo, los soldados de los sultanes árabes utilizaron su nariz para hacer prácticas de puntería con un cañón. De modo que Obélix no tuvo nada que ver en ello.

Hoy día el patio y los alrededores de la Esfinge sólo se pueden visitar con un permiso especial, pero es posible verla desde los laterales y la calzada de acceso de la pirámide de Kefrén y, no cabe duda de que sigue siendo ¡impresionante!